miércoles, mayo 10, 2006

gotas de lluvia resbalan por tus mejillas



Esta es una noche fría. Muy oscura. Y llueve. Las pocas luces de la calle parecen haberlo dado ya todo de sí y apenas consiguen iluminar nuestros pasos.
Una mano muy blanca, pequeña y terriblemente suave se agarra a mi brazo. Ha pegado su cuerpo a mí y ahora apreta su cabeza contra mi hombro.
Su pelo es tan negro como esta misma noche. Está muy mojada. Cada pocos pasos la siento temblar enérgicamente. Noto como su cuerpo se sacude violento por el frío e intenta pegarse más a mí.

Ahora no podemos parar. Me gustaría resguardarme en ese portal de ahí y abrazarla con fuerza. Intentar pasarle el poco calor que me queda. Pero tenemos que seguir andando. No podemos quedarnos aquí.

De vez en cuando una ráfaga de aire gélido frena un tanto nuestro paso, como acompañando al corazón que también ha parecido asustarse con ese viento que mordía.

He olvidado deciros que no sé quien es ella. Lo único que sé es que se ha pegado a mí, con los ojos mojados de lluvia y lágrimas, con los labios azulados y unos ojos que te roban el alma.

No quiero pensar en ella, no tenemos tiempo. Hace un rato que me he fijado y va descalza. Camina casi sin fuerzas. Sin mirar alrededor. Tan solo pendiente de respirarme. De no separarse un centímetro de mí. No estoy muy seguro, creo que llora. Apenas puedo escucharlo con el sonido de nuestros pasos y la lluvia.

De tanto en tanto las luces de un coche, a lo lejos, cruzan la calle. Cada vez que escuchamos como las ruedas rasgan el agua, su mano apreta fuerte mi brazo. Yo la acerco a mí. Nos arrimamos a la pared y seguimos caminando. No podemos parar aquí.

Al rato parece que llueve menos. Detrás de aquellos edificios parece brillar ya la luna. Una pareja de palomas aprovecha la tregua para volar a un sitio mejor. Nos detenemos. Me pongo frente a ella y la separo un poco de mí. Está completamente empapada. No alcanza a levantar la vista de mi pecho. Un pie sobre el otro. El pelo pegado a la cara y la respiración agitada, nerviosa.

- ¿Cómo te llamas?
- ...
- Vamos, dímelo. Conmigo estarás bien.
- Amor. Me llamo Amor.
- Vamos. No puedes quedarte aquí.

No hay comentarios: