miércoles, junio 08, 2005

En la hierba

Estoy aquí, tirado en la hierba con la oreja apoyada, escuchando el suelo. Un ojo apenas distingue unos palos verdes gigantes que deben ser césped. El otro intenta enfocar las dos hormigas que se han puesto a corretear por mi antebrazo. Me hacen cosquillas y me apetece apartarlas de un manotazo pero no me apetece moverme, no puedo moverme.
La respiración es profunda, casi oculta. Honda, muy honda.
El sol me abofetea con fuerza la cara, lo sé porque a mi alrededor todo tiene un color blanquinoso y todo está muy pálido, como esas fotos que se hacen con mucha luz... Sin embargo no puedo notar su calor. Mi espalda está muy fría. Tampoco quiero arroparme, no puedo arroparme.
Había algo que correteaba por mi nariz y pensaba que era otra de esas estúpidas hormigas pero cuando ha tocado mi labio he notado su calor y con la punta de mi lengua he descubierto su inconfundible sabor metálico. Es sangre.
No sé porqué mi nariz se empeña ahora en ponerse a sangrar. A veces lo hace. Sin motivo. Dicen que son golpes de frio pero algo me dice que ahora no es así.
No quiero limpiarme la sangre. Me encanta su color violento, su efecto visual devastador... De hecho tampoco tengo fuerzas para limpiármela...
Joder, creo que ahora hay miles de hormigas corriéndome por los pies...
¿He comprado hoy leche?
El cielo se está poniendo oscuro de golpe. Joder, con el sol que hacía. Qué lástima. A lo mejor llueve mucho.
¿He tendido la...?
Un momento. ¿Esto no será que me muero?
Ups, creo que sí...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder, tío, que me ha encantao.
Besotes, tonto (pero con cariño, eh?)