Ese suspiro después del amor, ese cuerpo ardiendo aún abrazado a mí. Tu cabeza apoyada en mi pecho y la respiración acompasada que hace que note tu calor en cada bocanada.
Te aparto el pelo de la cara y puedo ver tus ojos cerrados. Tu calma, tu paz, tu sonrisa apoyada en mi piel.
Duermes. Sueñas ya. Hace un momento eramos lo único en este universo y solo podíamos oírnos a nosotros mismos gemir y jadear. Tus uñas erizaban mi piel y nuestros cuerpos se arqueaban hasta lo imposible. Nuestro sudor se mezclaba igual que nuestra saliva. Igual que nosotros mismos.
Ahora estás lejos; en ese mundo de sueños que te ha abrazado, que te ha sumido en la tranquilidad y que te cuidará mientras duermes. Yo te miro, te miro y sonrío. Ni siquiera sé si te quiero, pero me gusta que te sientas así conmigo. Me gusta que confíes en mi aunque tan solo sea durante esas horas en la que únicamente estamos los dos. Me gusta acariciarte la mejilla y ver como se arrugan tus labios. Me gusta abrazarte cuando no sabes que te abrazo. Me gusta quererte cuando no sabes que te quiero.
miércoles, octubre 20, 2004
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2 comentarios:
Preciosa la última frase.
Y me ha recordado mi poema favorito:
Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa;
cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no acierta,
y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela;
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega
Juan Meléndez Valdés - Oda III de De los besos de amor (creo que haré un post con esto)
me alegro que te haya gustado.
por cierto, ya tardas en hacer ese post.
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