martes, octubre 09, 2007

En silencio

Mario, estaba sentado frente al plato de cena sobre una gran mesa verde y fría. Muy fría. Miraba aquel plato sin hambre y sin ganas. El murmullo del televisor tampoco le distraía gran cosa. Cada vez le costaba más esfuerzo concentrarse en saber qué decían en él y sabía que subir el volumen del aparato hacía tiempo que había dejado de ser una solución. Cada vez podía oír algo menos y ahora ya simplemente se contentaba con escuchar algo de fondo haciéndole compañía. Había aprendido a sonreír únicamente estudiando la expresión de los otros cansado de preguntar una y otra vez. Harto de esos Qué repetitivos y que le cansaban más a él que a cualquier otro. Se sentía viejo. Hacía mucho tiempo que lo era, pero nunca más que ahora lo sintió de veras. Sobraba. Su tiempo se había acabado y sus enormes ganas de seguir aprendiendo cada día habían llegado, hoy, hasta el final. Precisamente hoy. Una noche como cualquier otra si no fuera porque simplemente no era como cualquier otra. Veinticinco de diciembre. Una fecha que siempre le había traído sin cuidado hasta que hoy, solo frente a un plato de carne a la plancha insípida, sin sal, y unas patatas hervidas a las que no se cansaba de torturar con el tenedor, todo aquello le vino grande. Demasiado grande. Qué arrugadas estaban ya sus manos. Llenas de manchas en la piel y con miles, millones de arrugas dibujadas sobre cada milímetro. Soltó el tenedor y las observó con detenimiento. Un ligero temblor y arrugas. Se sentía frágil. Qué pocas fuerzas le quedaban ya. Aquellas manos habían sido jóvenes y fuertes. Trabajaron mucho tiempo sin descanso y ahora apenas servían para asir aquel miserable tenedor viejo. Ya ni siquiera sentía rabia por hacerse mayor. Todo se limitaba a la tristeza. Triste se paseaba por los pasillos hasta el patio. Triste se levantaba por las mañanas cuando Lucía venía a levantarlo cuando ya hacía horas que estaba despierto. Tristemente dejaba el comedor y se dirigía cada noche a su habitación. Ya todo era tristeza pero pocas veces pensó en ello como esta misma noche frente a ese plato casi frío que no se atrevía a probar.
A veces se entretenía con Gabriela, una dulce jubilada de la habitación de al lado que había sido panadera y que siempre tenía una sonrisa para todo el mundo, con la que no era difícil charlar animadamente sobre cualquier tema que les asaltara. O Julián, un viejo cascarrabias que no podía permitirse pasar un sólo día sin despotricar de las enfermeras, de la comida, de la habitación, y que, para alborozo de todos los demás, había intentado escapar de allí en un par de ocasiones. Era precisamente por aquello por lo que tímidamente le admiraba a distancia. Sabía que no era mal tipo, simplemente le costaba hacerse cargo de lo que le ocurría a su cuerpo. Lo que les ocurría a todos ellos.
No es sencillo verse envejecer. No es sencillo perderle el miedo a morir. No es nada fácil observar como tu lugar en la sociedad se va estrechando cada vez más hasta el tamaño de ese comedor en el que se encontraba ahora enfrentándose en solitario a una cena que ya no le apetecía en absoluto.
Más duro incluso, era en ocasiones pensar. Hacerse a la idea de que tras una vida de duro trabajo diario en el que nunca abandonaba la idea de que todo ese esfuerzo serviría para que todos los suyos tuvieran algo mejor, tan sólo le había deparado esta sangrante soledad no era nada sencillo. Dolía. Hería ver como todo le había abandonado. Sus hijos. Aquellos retoños que le arrancaron mil y una sonrisas hace tanto tanto tiempo, en esos momentos se disponían a acabar con una gran cena en la que al parecer no había sitio para él. En las escasas visitas le parecía leer entre lineas que decidían que aquello era mucho mejor para él. Que estaría mejor atendido y que cuidarían mejor de sus necesidades. Y ahora estaba allí sólo, en aquel comedor de esa residencia que le obligada día tras día a hacerse a la idea de que aquello era ahora su hogar. Ni tan solo le quedaba aliento para sentirse enfadado. Únicamente una inmensa frustración recorría su ajado cuerpo por dentro. Pensaba en todo apretando los labios mientras cerca de allí Lucía, la enfermera, escuchaba la radio en la cocina respetando esa soledad. Dentro de un momento volvería con sus interminables pastillas e intentaría sacarle algo de conversación que poco animaría ya a Mario. No es culpa de ella. Ya apenas se esfuerza en hacer más agradable el paso de todos esos ancianos por el geriátrico porque hacía tiempo ya que se dio cuenta, al igual que todos ellos, que estaban allí por un sencillo motivo en su mayoría. Simplemente molestaban.
No le apetecía ver en sus ojos una compasión bien disimulada. No quería que nadie sintiera eso por él. Y tampoco se soportaba ya a sí mismo. Si no hiciera tanto tiempo que sus lágrimas se secaron para siempre tendría que haberlas disimulado con esfuerzo. Ahora ya no quedaba ni siquiera eso. Ya ni siquiera le quedaba llorar.

11 comentarios:

kancerbero dijo...

Hay veces que es muy jodido escribir.

Anónimo dijo...

Puede que este Mario fuese un capullo mal educado que se ha pasado la vida despotricando en las comidas familiares y por eso sus hijos pasan de él... a veces pasa.
Ya es triste hacerse viejete, pero de todos modos mas triste es no llegar.
Muy bonito el post!! Un beso.

Ligeia dijo...

Me ha gustado el post.

Y, con tu permiso, yo también te leo.

kancerbero dijo...

Bienvenida.

Sigo vivo. Lo que ocurre es que quiero escribir algo tan guay para la siguiente que empiezo a temer que no llegará el siguiente...

En fin, algo de paciencia.

Anónimo dijo...

El post, muy bien escrito, es muy triste,pero además de los pensamientos de mario, habría que conocer los de su familia. Nunca nada es tan sencillo. Habría que saber si mario dedicó a su familia algo mas allá de su trabajo. habría que saber si mario educó a sus hijos enseñándoles que hay algo mas allá del dinero. habría que saber cuantos de sus hijos se levantaron de la mesa para llorar solos, o lloraron solos al llegar a su casa, muchas navidades anteriores, por la falta de cariño de mario o sus faltas continuas de respeto. habría que saberlo siempre todo. pero lo que pasa en cada casa, en este pais siempre queda de puertas para adentro. Como dios les manda, a aguantar miserias navidad tras navidad y que nadie lo note. Asco de fiestas del Corte inglés. Yo este año, ya decidí que compartiré sólo con los muy queridos. los demás, sean familia o no, no me interesan si no me amaron ni me aman. Cerraré los ojos y esperaré a que llegue enero y pase esta pantomima. Al menos después vienen las rebajas, jaja. Humor y a vivir la vida como y con quien queramos. Al menos a mario nadie le amarga. Mas vale solo que mal acompañado.besos de una anónima descreída que tuvo una vida difícil, aunque todo puede cambiar, somos libres hasta para sentir.

kancerbero dijo...

Muchas gracias por el comentario.
Sí, desde luego. Habría que conocer todo eso y más... Pero... ¿Y una vez lo conocieras? ¿Puedes decir con toda tranquilidad y la conciencia tranquila "te lo mereces"?
Respecto a la pantomima de la navidad, permíteme sumarme también al club de los anónimos descreídos. Yo ni siquiera espero con ilusión, las rebajas. Imagina.

A todo el que pase por aquí, no se vayan, próximamente en sus pantallas una actualización. ¡¿No puede ser?! Sí,sí.. No sufran. :P

Anónimo dijo...

Bueno, soy la anónima y en el caso de mario no puedo decir "se lo merece". Sólo puedo hablar de lo que conozco. Conozco mi caso y el de algunos casos muy cercanos, porque estas cosas quedan siempre dentro del hogar. En el mío, mi padre nos maltrató física y psicológicamente, desde la infancia hasta los cerca de 20 años, por duro que suene. Y si te acercas a él, sigue ahora en sus trece de imponer sus ideas políticas, dale que dale que viva Franco, mueran los gays, el atentado de Atocha y la teoría de la conspiración...No hay otros temas con él, lo personal lo obvia, para él eso no importa. Eso es una comida con él, para mí, mi pareja, mis hermanos y las parejas de mis hermanos. Gritos, faltas de respeto...No hace falta que siga, pero habría mucho para un libro. Hace años que no lo veo ni hablo con él, se vale por si mismo, aún es relativamente joven y socialmente es respetado. Cuando esté como mario en un asilo, pues seguiré como ahora, no quiero saber nada de quien me destrozó una vida que yo con mi empeño reconstruí, y al que dí mil oportunidades. Cuando conocí a mi marido al poco nos reconocimos. Sometido él también a la falta de entendimiento e incomprensión paterna. Él tampoco se habla hace muchos años con su padre. Tampoco está su padre en un asilo, pero cuando cualquiera de los dos padres desparezca no lamentaremos su pérdida.

Cuando me he ido sincerando en mi situación con dos amigas íntimas, una me cuenta despues de 15 años de amistad el alcoholismo de su padre y otro tipo de maltratos familiares.Como siempre quiso en cierta forma a su padre, eso sé que la ha imposibilitado para tener pareja nunca. La otra amiga, después de 7 años, me entero que no habla tampoco con su padre por daños continuados durante años. Hace poco ella abortó y su padre no tuvo ni el detalle de preguntar por ella. Porque no estaba casada. y porque no le importaba.
¿Se lo merecen? Nadie es quien para decir que nadie merece nada, pero sí lo es para decidir con quien se relaciona. Lo es para decidir que vas a olvidar el pasado y a esas personas que tanto daño te hicieron y siguen haciéndolo si les das la oportunidad.

Pero si me tengo que mojar, algunos casos sí se lo merecen. Uno hace su propia justicia y a veces siembras lo que recoges. otras veces no hay justicia (social nunca la hay) y soy yo misma la que estoy apartada ahora de la familia. ¿Has visto Celebration? (del movimiento Dogma pero no es un coñazo, es impactante). Se la recomiendo a todo el mundo aunque es muy dura. Eso sí, acaba bien. En mi caso no fue así. Pero a pesar de todo, ya soy libre y feliz. Sí, impresionante, de la miseria moral a la felicidad que te da tu propia justicia. Eso de mirarte al espejo y decir: vivo y soy como yo quiero. No tiene precio.

Bueno, vaya coñazo que he soltado, lo siento. Es que el tema me enerva, y el pobre mario no había hecho nada y no tiene la culpa de lo que yo he soltado. me despido hasta otra. Me he reido con lo de tu Elvira, fantástico tu escrito, y allí te he dejado otro recuerdo mío algo mas alegre, hablando de tetas. Pocos tipos tiene la gracia y el valor de reconocer lo que tú has reconocido en ese post. He visto que sólo han escrito chicas, creo, ayayay que cobardicas algunos. un saludo. Te Seguiré leyendo y no volveré a dejar una opinión tan larga, ha sido el temita este familiar. La familia, ese horror oculto.

Anónimo dijo...

Ah, por cierto, soy la misma pesada, me preguntabas por la conciencia. Desde que dejé de relacionarme con mi padre es cuando tengo la conciencia limpia. Desde que me dije "se lo merece". Antes me sentía indigna. Y tenía repetidas pesadillas con mi infancia. desde que no tengo relación alguna han desaparecido las pesadillas. y a mi marido le ha pasado igual, su conciencia y su equilibrio mejor que nunca. Sin embargo, esta amiga que nunca dejó de querer a su padre (a pesar del daño que le hizo) porque así se lo enseñaron, no reconstruye su vida, no consigue la felicidad por muchas pastillas que tome. Porque no puede condenarlo ni aunque haya muerto. Bueno, me dejo de reflexiones. Parecen casos extremos, pero cuando rascas un poco salen a cientos. Que pena, para una vez que vivimos.otro saludo.

kancerbero dijo...

En primer lugar, gracias de nuevo. Por comentar y por la sinceridad.
Hace tiempo que dije por aquí que esto me servía de diván para mantener algo de mi cordura. El que lo queráis utilizar vosotros me halaga y me preocupa a partes iguales. No sé si estoy a esa altura.

En segundo lugar... Tienes razón. Las historias familiares se desgranan sangrando en más núcleos de las que imaginamos y por supuesto cada uno es completamente libre de afrontarlas como desee. Yo mismo abandoné un hogar muy joven bastante desesperado con la situación para ver, poco después como todo mejoraba gracias a ello. Disfruta de lo que tienes y te has construido. Lo que escribí no pretendía ser moralizador, simplemente se trataba de eso, de describir una escena sin un principio. Dejando la puerta abierta a cualquier pasado. Es cosa de cada uno verla desde el punto de vista que desee. Y tú lo has hecho. Gracias.

En fin, que bienvenida. Todos, absolutamente todos los comentarios son bienvenidos. Nos leemos.

Anónimo dijo...

Gracias a tí por tu tolerancia y comprensión. Sólo con poner el diván y escuchando sin juzgar estás muy a la altura. Cada caso y cada casa es un mundo. De la mía nadie se fue y por ello todo se corrompió, creo. Aguantar y perdonar... hasta reventar. Gracias de nuevo y te escribo en Fernán Gómez, gran persona.

Anónimo dijo...

JO MAÑOOO!!
Y yo que empecé esto pensando que Kondemor era lo peor... Desdeluego que en todas partes cuecen habas. (Ya no firmaré como anónimo, que somos multitud de anonimas)