jueves, marzo 23, 2006

virus

Debe hacer como... unos... 12 ó 13 años (diooossssss) que conseguí mi primer PC. Era un 286 casi nuevo, con 40 megas de disco duro y 1Mb de RAM. Un pepinazo. Me salió barato porque había estado expuesto en no se qué feria. Creo que fueron 70.000 pelas. Cuando todo el mundo sabe que un ordenador lleva valiendo unas 150.000 pelas desde que se inventaron hasta hoy.

Por entonces ya había tenido mis primeros encuentros con la programación. Empecé con un MSX de mi primo, de esos que eran un teclado con una platina de cassette (joder, con cada linea que escribo me siento más carcoma) y que enchufabas a la tele. Pero claro, tenía el gran defecto de que si lo apagabas, tus 6894 lineas de programa en BASIC se iban a tomar por culo. Y tenías a toda la família en el comedor detrás tuyo esperando a que dejaras de escribir gilipolleces (que después se convertían en cualquier calculadora estúpida o en algún dibujo triposo) porque querían ver la tele.

Por la época en que empecé a escribir programas que no se borraban, me empezaron a llegar noticias de un fenómemo que me dejó fascinado. Los virus.
Se trataba de programas muy cabrones, que se quedaban pegados a tus archivos .exe, .bat, .com y que hacían que éstos empezaran a hacer cosas raras. Lo mínimo que te podía ocurrir era que se te jodiera el programa en cuestión y después también encontrabas torturas de todo tipo dependiendo de la mentalidad del cachondo de turno que lo hubiera creado. Todos hemos oído hablar de pelotitas que rebotaban por la pantalla mientras te lo iban borrando todo, o de las letras que empezaban a despegarse de la pantalla y caían hacia abajo mientras tu ponías una cara de tonto muy digna de ver.

Yo alucinaba. Unas lineas escritas, que hacían que todo programa que se ejecutara en un ordenador infectado quedara automáticamente contagiado. Y eso no era lo peor, lo peor es que se propagaban. Metías un disquette en tu ordenador enfermo, le pasabas un juego chorra a un amiguete y ya le habías jodido. Tu bichito se propagaba a su ordenador.
Y yo seguía alucinando.

Entonces, fue cuando me decidí a perseguirlos. Viernes13 ó Jerusalem, MichaelAngelo son nombres que aún recuerdo bien y con los que me peleé hasta reirme de mí y de ellos. Yo apenas sabía que hacía, pero sabía como eliminarlos, como arrancar un ordenador infectado sin que el virus se despertara y cepillarmelo mientras dormía. Muahahahaha!!!

Me dedicaba a perseguir a los cuatro gatos que tenían ordenador y a coleccionar sus virus para ver qué hacían. Entonces los hijos de la gran puta (con todo el cariño) empezaron a mutar. Tu virus, cambiaba mínimamente con cada contagio y los antivirus que se hacían por entonces empezaban a alucinar y a no detectar una mierda. Y yo seguía alucinando. ¡Parecían estar vivos!

Hablé en un par de ocasiones con un profe de informática del instituto para que me explicara cómo funcionaban y cómo se hacía un virus ^_^. Lo único que obtenía por respuesta era "los virus son los programas más difíciles de crear, el día que sepas hacerlo serás un puto crack". Bueno, quizá las palabras no fueron esas, pero la esencia es la misma. Pero tampoco me ayudaron mucho más. Cabrones.

Todo quedó más o menos ahí hasta que, mucho más tarde, en la uni, en la asignatura de Microprocesadores descubrí el "Ensamblador". No os voy explicar cómo funciona un microprocesador por dentro porque, a parte de perderme el respeto para siempre, no entenderíais una mierda y yo no sería capaz de hacerlo en menos de 20 páginas. En fin, que me voy del tema. El caso es que el Ensamblador (el nombre mola, eh?) es el lenguaje de programación más baturro que hay. Es el paso siguiente a hablar con un ordenador por encima de hablarle así: "00110001111010101100110000100010011".
Pues bien, mientras aprendía cómo funcionaba un microprocesador ("micro" para los frikis electrónicos) por dentro y cómo se podía "hablar" con él sin volverte loco (de hecho, a estas alturas de la carrera ya estabamos todos un poco pa' allá) descubría el alma de los virus. Dónde se escondían, cómo se creaban, cómo se propagaban. Vaya, que los tenía cogidos por los huevos. Lástima que siempre me hayan caído bien. Y estaba claro, había que ser muy crack para crear un virus. Y yo empezaba a serlo.

Total, que en unos meses creé mis cuatro virus de laboratorio (véase mi habitación) que me jodieron varias veces mi ordenador y ahí acabó todo. Podía hacerlo. Nunca los liberé al mundo aunque hubiera estado guay verlos en las listas de los principales antivirus, pero los algorítmos heurísticos de éstos los habrían aniquilado antes de contagiar a un centenar de máquinas. Cabrones.
Así, que ahí están aún, en casa. En un disquette, creo. Ni siquiera les puse nombre.

Con la aparición de internet el tema de los contagios se volvió mucho más crudo y además aparecían los típicos niñatos que cogiendo un programa base y modificando cuatro chorradas, creaban un virus nuevo (bueno, casi siempre eran troyanos -pero no voy a entrar a diferenciarlos-) y se pasaban los antivirus no actualizados por el forro de los cojones. Pero esto a parte de no tener ningún misterio, no hace más que dar por culo. Y aún seguimos en ese punto, más o menos.

Toda esta chapa viene a que el otro día encontré la página de un flipao en la que encontrabas esto:


Blog.Worm


me hizo algo de gracia (algo) y me recordó todo esto que os he puesto aquí. Y como al menos el colgao en cuestión ha tenido la decencia de no poner publicidad en su página (al menos de momento) pues le pongo el enlace este. Y le rindo algo de homenaje a esos bichillos a los que (lo sé) odiais y con los que yo siempre he alucinado. Incluso durante aquellos días en los que decía "si algún día me hago programador, por favor, pegarme un tiro".

Y aquí estamos...

Espero que no me hayais perdido el poco respeto que me teníais.

1 comentario:

Lince dijo...

y, más o menos son como babosas cerebrales no?
si ya sabía yo que algo teníamos en común ;)

abrazos.