miércoles, junio 13, 2007

Otra batalla perdida



A día de hoy, si a estas horas un nuevo escalofrío no vuelve a recorrer nuestras páginas de sucesos, son 34 las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas, o exparejas en lo que va de año.

Treinta y cuatro asesinatos que no hacen más que hacer temblar todas esas palabras que nos otorgamos alegremente. "Primer Mundo", "Civilización", "Desarrollo", "Bienestar"... Qué bien suenan esas palabras en nuestras bocas y qué vacías quedan un día tras otro....

Engendros humanos, monstruos egoístas, perdedores, enfermos mentales en general se dedican a vestir de sangre un poco a todos nosotros cada nuevo día que amanece con una mujer muerta. Una sentencia de muerte más para una inocente. Una muerte más que nos dice a todos que aún caminan animales salvajes por nuestras calles. La brutalidad de esos maridos no parece tener límites. Crímenes atroces parecen cotidianos ya en nuestros periódicos, en nuestras pantallas a la hora en que pretendíamos cenar, en nuestras conversaciones...

Algo anda mal, no ya en nuestro país... En la civilización que algún día lejano se empezó a gestar, la mitad de nosotros quedó a un lado y aún a día de hoy, miles de años después, somos incapaces de solucionar ese tremendo error.

Esto es un quejido desde la impotencia de saber no poder hacer nada desde aquí más que educar a esos hijos que no tendré. Mas que dejarme oir. No puedo hacer más que contároslo y sentarme a esperar que finalice esa guerra que se está llevando a cabo en todas y cada una de nuestras ciudades y en la que un día tras otro vemos que las víctimas, únicamente son las de un bando.

3 comentarios:

chuliMa dijo...

y por supuesto seguirá sumando, es una pena que sigan pasando cosas así...

Por cierto..he vuelto como terminator...
Shaluditos majete

Carmen dijo...

Jamás he comprendido como alguien conscientemente puede matar a una persona. Que es acabar con una vida, que es algo que no se puede reparar. Es algo absoluto.

Gorka dijo...

El clásico la maté porque era mía propio de personas que no se merecen ser llamadas así. Personalidades generalmente infantiles y dependientes que, al no imaginar una vida sin la mujer, llevan a cabo el plan perfecto: cometen el crimen y luego se escapan por la vía del suicidio.

Totalmente reprobable y la solución tiene que venir de la mano de la prevención en forma de educación: Nadie pertenece a nadie.

Salu2