miércoles, junio 06, 2007

Lo que esté en mi mano

Siento no tener esto un poco más al día pero infinidad de motivos me apartan de mis ganas de escribir y/o mis ganas de contar algo.

Hoy no ha sido así.

No se trata de que sea uno de mis poetas favoritos, no se trata de que quizá se trate del mejor juntador de palabras en nuestra lengua, da lo mismo que se trate de Federico García Lorca, así en mayúsculas. Es completamente indiferente que se tratara de tiempos díficiles, de tiempos de guerra. Se trata de que ayer leyendo encontré lo que parece ser la carta de uno de los asesinos del poeta jactándose ante un coreligionario del haber podido inflingir el castigo definitivo al autor del "Romancero Gitano". Se trata del odio que destila cada una de sus lineas, de la enfermedad incurable que reinaba en el interior de este monstruo, se trata de dejar en evidencia a este ser (que no hombre) ante el poco público que desde aquí yo pueda tener. Se trata de que su nombre no se olvide, se trata de que cualquiera pueda asociarle a lo que fue, un asesinato. Un crimen. En particular este crimen, pero fueron muchos más como él mismo se encarga de hacer notar para augmentar su valía ante los ojos de los suyos.

Aquí lo tienes Manuel Luna, para tu propia vergüenza, la de los tuyos y para que con cada uno de los que los que leamos esto, te retuerzas un poco más en tu asquerosa tumba y que por fin, no descanses en paz.

Carta íntega de Manuel Luna a Melchor Fernández Almagro :

Muy señor mío y correligionario: Ayer estuve en la embajada y saludé al sr. Lequerica y al sr. Zulueta. Allí encontré a mi amigo el dr. Marañón y salimos juntos. Estoy algo enfermo y quería que me reconociera. Fuimos a su casa de Passy. Yendo en el Metro, sacó un número de "La Vanguardia" del bolsillo y me dio a leer un artículo de V. -"Genealogía de los rojos"- que me ha entusiasmado. Me dijo que le había gustado muchísimo, que le servirá de base y argumento para un trabajo suyo de los que envía a "La Nación" de Buenos Aires. Agregó que tiene V. toda la razón, que todos los izquierdistas de España han sido siempre unos criminales sedientos de sangre y no otra cosa, que el liberalismo, el republicanismo, el socialismo y el acratismo en España no han tenido jamás una sola figura y solo tontos explotables y bandidos explotadores, sin que haya habido entre ellos, desde los comuneros a Negrín, nadie digno de respeto o siquiera mención. Le repito que estaba entusiasmado con su artículo de V. y creo recordar que me dijo que había hablado de él con Lequerica y que éste fue de opinión de que debía ser reproducido por la prensa madrileña.
V. quizá no se acuerde de mí. Soy Manuel Luna, de los Luna de Antequera. Yo le conocí en Granada cuando era V. de las Juventudes Católicas. He vivido todo el glorioso movimiento primero en Granada, luego en Zaragoza y algún tiempo en Oviedo, después de la llegada de la columna de socorro gallega. En Granada me he distinguido bastante. Fui de los que asistieron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesinos, criminales, violadores, incendiarios... Y gocé mucho, muchísimo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el presidente de la Diputación roja Virgilio Castilla, el ex gobernador rojo de Alicante Vicente Almagro, el alcalde rojo de Granada Montesinos (un médico), el ingeniero de caminos y ex diputado constituyente Santacruz, el ex alcalde de Granada Fajardo, el diputado Corro y otros más, médicos, catedráticos, abogados, ingenieros, procuradores, etc. Hicimos una buena limpia. Algunos días después cogimos al gran canalla de García Lorca -el peor de todos- y lo fusilamos en la Vega, junto a una acequia. ¡Qué cara ponía! Abrazaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas!Pertenecí a la ronda depuradora de Ruiz Alonso. Pero como le digo tuve que irme por asuntos particulares a Zaragoza y después a Oviedo. En ambas poblaciones ayudé también a la depuración. En Oviedo pasé un rato muy agradable viendo fusilar al miserable de Leopoldo Alas Argüelles, el hijo del repugnante Clarín. Ahora estoy en París y me río mucho viendo el miedo que tiene esta canalla francesa a los alemanes e italianos. ¡Qué diferencia entre nuestra gloriosa España nacionalista y esta Francia corrompida, podrida hasta los tuétanos! Por algo dice Marañón que aquí se ahoga y que está deseando verse en Madrid lo más cerca posible del Caudillo...
Volveré a Madrid pronto y espero hacerle en breve una visita en «Ya». Reciba el afecto de su amigo y paisano.




Tenéis la noticia completa en http://www.larazon.es/noticias/noti_cul2831.htm

4 comentarios:

Gorka dijo...

Joder, se me ha helado la sangre...

Tranquilo, que si es por público, pretendo añadir el escaso mío al tuyo para aportar mi granito de arena.

... y la de personas anónimas que murieron en esa guerra entre hermanos...

Salu2

kancerbero dijo...

coño gorka, cuánto tiempo..

Pues si a lo que está en mi mano se añade lo que esté en la tuya, bien recibida es, desde luego.

Gracias.

Ea! dijo...

Todos sabemos quien es García Lorca.
Sin embargo ¿quién narices es el miserable autor de la carta?
Algunas veces la historia sí hace justicia, a su manera.

Alicia Vernok dijo...

Yo he publicado la carta en mi bloguillo, y pido que hagan lo mismo a quienes allí caigan.